Podría afirmar que mi visita hoy al Muro de los Lamentos o Muro Occidental de la ciudad antigua de Jerusalén ha sido de los más emotivos que he vivido en mi vida.
Con un profundo respeto, con un corazón abierto, con reverencia y solemnidad me aproximé lentamente. Mi cuerpo temblaba de emoción, sentía mi ritmo cardiaco acelerado, me faltaba la respiración...me puse Kipá que siempre había querido usar en este lugar y toqué con mis manos recién lavada en señal de purificación el Muro y oré en silencio por largo instante, para luego, no sin irme dejando mi petición.
Soñé muchas veces en mi vida este único momento.
Soñé muchas veces en mi vida este único momento.
Lo que puse en las peticiones son, unas personales y otras públicas y son estas últimas las que les contaré.
La primera, la paz, tiene que ver con que se detenga la violencia en el mundo y en las ciudades. En un sentido más espiritual, equivale a que pida por a paz en los corazones de las personas para que logren la reconciliación con sigo mismos y con los demás.
La segunda, la pobreza, no solo tiene que ver con el hambre y la miseria, la falta de oportunidades y el egoísmo humano. También debe entenderse con esa pobreza interior que muchas personas tienen, vacías, oprimidas y necesitadas de encontrar un sentido a sus vidas.
Creo que todo tico que venga alguna vez hasta acá pedirá, por esa naturaleza que llevamos adentro los costarricenses, por la paz, la solidaridad y el amor hacia los demás.